En una tarde fría de enero
el sol se iba acompañado del
ocaso,
en silencio por la tarde se
ocultaba
y la brisa del mar dulcemente
corría entre la cara y la
melena alborotada…
ya no lo hacía sentir tan
ardiente.
El viento suave pero frío
gemía entre las ramas secas
y los arroyos alegres
susurraban
al oído alegres melodías,
¡que felices eran esos días!
cuando en su trayecto cantaban.
La risa del agua y las rocas
aún se escuchan en esos parajes,
es como si se juntaran dos
bocas
en besos dulces y suaves
y el canto tierno de las aves
al compás de sus trinos
hacen mas bellos los caminos
y se antoja seguir en esos
viajes.
El jilguero con su bello canto
me hace recordar viejos tiempos…
aquellos mis años mozos
donde no había penas ni
tristezas,
donde no había llanto
y solo gozaba del amor y sus
tibiezas.
Romance con la naturaleza
perdida
añorando la tibieza de la luna,
la luz de las estrellas entrar
por la ventana,
contándolas de una en una
y la flama del amor prendida
muy dentro del corazón y del
alma…
SHANIA LYNNE
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