miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cuando yo muera...

mujer y cisne
Seguro que cuando yo muera, nada será diferente.
Todo seguirá siendo igual...las hojas de los cipreses caerán al atardecer y en la banca de aquel parque donde las parejas de enamorados, cada tarde se besan como si fuera su primera vez; volarán las palomas al paso de los transeúntes y en una iglesia lejana repiquetearán las campanas y sus fieles acudirán a rezar el rosario.
Se escuchará el silbar del viento entre las ramas del álamo y el resonar de las pisadas en la seca hojarasca que cae sobre el empedrado.
En los domingos de fiesta, se pondrán sus mejores galas, se bañan y hasta se cambian para asistir a la misa de 12 y comprar sus alimentos para toda la semana. Bajan de las rancherías luciendo sus trajes nuevos, típicos de la región.
En el cielo las estrellas alumbrarán la noche oscura, los destellos de la luna invitarán a soñar y a todos los enamorados a poderse acariciar….
Y nadie me ha de extrañar…. Ese sol esplendoroso, siempre tan madrugador calentará las colinas, las laderas y los valles, todo a su alrededor; el canto de los gorriones, del cenzontle y del faisán, el graznar de las calandrias y el caer de la lluvia en gotas desde el tejado de láminas de cartón….
El día que yo me muera nadie me ha de extrañar y el tañer de las campanas solo a ti te hará llorar.
Quizá en algún corto tiempo allá me podrás alcanzar y bajo la mirada de Dios, por fin me puedas amar

SHANIA LYNN

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