domingo, 21 de marzo de 2010

Bajo los inclementes rayos del sol II

Era en tiempos de lluvias
cuando menos descansaban
porque el arar de la tierra
y el sembrar las semillas,
la escarda y las cosechas
en su alma dejaron brechas.
Un gran maltrato infantil
de un padre muy iracundo,
a golpes y a garrotazos
teníamos que aprender,
a terminar las jornadas
y otras cosas de este mundo.
Con los zapatos roídos
o a veces hasta descalzos,
cruzaron siempre los ríos
cuatro veces cada día,
cinco días a la semana.
Nuestra madre madrugaba
para llevar el almuerzo,
en punto de las ocho
todos estamos comiendo,
las tortillas recién hechas
y los frijoles refritos,
un gran pedazo de queso,
un molcajete de chile,
o unos huevitos fritos.
Su sonrisa siempre alegre,
deben comer muy aprisa
que no se les haga tarde
porque de aquí a la escuela,
sí que el sol está que arde
recomendaba mi madre…
Con el sudor en la cara
corríamos hacia la escuela,
los pies cubiertos de lodo
rápido nos los lavábamos
en el paso por el río
y éramos burla de todos.
A muy temprana edad
abandonamos el nido
para seguir estudiando
y ser alguien de provecho,
aunque en nuestros corazones
algo se quedó deshecho.
Como no había recursos
siempre estudiamos becados
pero eran largos los cursos
para volver a su lado.
Ahora ya somos adultos
y solo los recuerdos quedan,
nos causa una gran tristeza
todo lo que hemos sufrido.
Ellos viven en Estados Unidos
y yo en esta Capital,
pero seguimos muy unidos
y a este pueblecito
no hemos podido olvidar.

Segunda parte de mi propia historia.

SHANIA LYNN

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