sábado, 28 de enero de 2012

Quietud Ana Becchioni y Shania Lynne

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La quietud de las aguas del Río de la Plata,
un paisaje con silencio y soledad,
la nostalgia crece de golpe y cala hondo,
entre mis dedos se mezclan los reflejos,
que señalan la noche con luna.
La tranquilidad con que corre el río,
no nos quita la congoja,
el frío, la tristeza tampoco el hastío
y el viento de la soledad no nos despoja
de la nostalgia ni de la lejanía.
En el corazón se agolpan los sentires
Y uno a uno nos golpean en lo interno,
duelen como duele en el alma la espera
haciéndose eterna la agonía
y cala hondo el frío del invierno.
Cuanto me duele el alma mía
cuando en tu palpitar se siente el dolor,
le hace falta la ternura y el calor
cuando a tu amor yo no lo entendía.
Sentada en una mesa te pienso,
fijo la mirada en un punto cualquiera,
y se me cuelga de los labios una mueca,
lejos quedan los borbotones de vida,
el brumoso malva del crepúsculo,
los senderos que rodean las fuentes,
y en la punta de una nube cargada,
oculto la tristeza del olvido,
respiro sin énfasis ni sorpresa,
y mi corazón se dobla en cuatro,
estoy sola y tiemblo…
Mirando el mar mi congoja se hace menos
y mi mirada se pierde entre la lejanía,
en ti me pongo a pensar
si tu sufrir es igual al que aqueja al alma mía
o solo lo acompaña porque es una fantasía.
Cuando el corazón se quiebra
en mis pupilas una lágrima se cuelga
por mis mejillas hasta que el viento la seca
mi garganta implora por una copa de ginebra,
algo para olvidar que la soledad me mata,
por favor no seas ingrata junta la tuya y la mía
así mientras que el dolor nos ata
vagamos por la misma vía.
Quedo rígida y oigo el desgaje del aliento;
inútil recordar el fervor de las caricias,
la firmeza de tu mano al caminar,
cierro los párpados y dejo al aire,
las raíces aletargadas del tiempo,
el eterno centinela de la silla vacía,
nada me responde, el alma sujeta a la cuerda,
se oculta entre un mechón de mi cabello,
sólo percibo el bombeo del corazón,
sin eludir el tono unánime,
con el cual pronuncio tu nombre,
miro hacia el ombú de las raíces al aire,
dónde tantas veces nos cobijó su sombra,
y rompo este sábado de añoranza,
con un andamio entre el viento y tu sombra,
coqueteo con un humeante café,
que, con andar perezoso me trae el mozo,
y pespuntea el instante en que se deshace,
una rosa en un verano en llamas.
Y nada más. Tan solo.
¿Amor mío, dónde estás?
Y con la misma pregunta en el viento 
me quedo mirando al mar,
por que si hay un gran sentimiento
no nos quieren volver a amar?
Por mas que pregunto a mi amor donde está
solo el silencio responde que nunca volverá,
que por otros senderos caminando ahora va
y que si un día volviera…seguro se tardará.
Cuanto duelen los amores, 
pero duele más su ausencia
si no tienes su presencia
el amor es un tormento, 
un delirio y un abismo,
lo acompaña el dolor, 
lo acompaña el egoísmo
pero sin amor no hay nada
ni vives sin la persona amada.
ANA BECCHIONISHANIA LYNNE

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