Mi amiga del alma, mi hermana querida,
yo estaba muy sola cuando tú llegaste
a nuestra escuelita allá en los setentas,
era una niña que se sentía herida
de la soledad tú me abrigaste
y juntas estuvimos hasta los ochentas.
Detrás del dormitorio lloraba incansable
para que nadie me viera… fingía lavar
pero la verdad ahí me escondía sola a llorar,
tu cerca de mi siempre tan amable
secabas mi llanto, sabias consolarme
y con esa sonrisa solías abrazarme.
Como eras tan alta y yo tan pequeña
entre esos brazos tú me protegías
y abrigo me dabas en mis desventuras.
Yo era esa niña, la niña risueña
a la que tú le dabas otras canonjías
y disfrutamos juntas de mil aventuras.
Juntas en las clases y en el desayuno
departíamos todas siempre con cariño
y como las hermanas que siempre fuimos,
éramos pequeñas, siempre en ayuno
disfrutamos todo cual pequeño niño
pero del trabajo nunca más huimos.
Y hoy ya no estás, sola me has dejado
hasta el otro mundo te has adelantado,
tus hijos muy solos ya se han quedado
y mi corazón no se ha resignado.
Duele tu partida, me duele tu ausencia,
sé muy bien que desde el cielo me miras,
que guiarás mis pasos y hasta mis fracasos.
Me faltan tus consejos tu grata presencia,
siento que te escucho y hasta que suspiras
pero ya jamás estaré en tus brazos.
Amiga querida, mi hermana del alma
ya no tengo cura y sangra mi pecho,
una gran angustia oprime mi garganta,
no tengo sosiego, me robas la calma,
siento desconsuelo y el corazón deshecho
y haberte perdido mi alma no lo aguanta.
Te busco en el cielo en alguna estrella
en la más brillante, en la más temprana,
sé que de todas ellas eres la más bella
y que te has de ir en cada mañana.
Vive en mi recuerdo, no quiero olvidarte
y en mi corazón tendrás un rincón
donde te pondré un hermoso altar
para ir a rezarte una oración y mí cariño darte,
guardaré nuestros momentos en mi viejo arcón
y en cada canción que me haga recordarte.
(EUFRO MARTINEZ JAIMES)
27 de enero de 2007
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