sábado, 5 de abril de 2014

Extranjera

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Tras largos años de ausencia,
de sacrificio y esfuerzo,
cansada de luchar y envejecida
un día volví a mi querencia.

En mi viejo baúl llevaba
 añoranzas de lo vivido,
las lágrimas vertidas por dolor
que en el alma guardaba.

Lágrimas en soledad y silencio,
recuerdos y añoranza,
tal vez alguna enseñanza
pero no vencida por cansancio.

Fueron años de sufrimiento callado,
de abandono al nido tan amado,
de luchar día a día por el pan
y de poder volver todo mi afán.

El sufrimiento callado
no dejó en mi alma rencores,
solo la huella del pasado
y de mis viejos dolores.

Salí de casa a muy tierna edad
yendo en busca de un mejor vivir,
partí  y viviendo en plena soledad
y sin poder olvidar mi sentir.

Ya todo eso se quedó atrás,
por fin estaba en mi pueblo,
de ese terruño fui en aras
y de dolor mas ya no tiemblo.

Caminé por sus calles empedradas
recordando que mi madre iba a mi lado,
recorrí sus callejas desoladas
y subí hasta la iglesia por las gradas.

En cada esquina curiosa observaba
como deseando ver que ahí estaba,
estaban ahí las imágenes de otros años
y a mi volvieron con el dolor y los daños.

El horizonte ante mí se alzaba
salpicando mi fe y mi anhelo,
los pinzanes erguidos junto al río
se elevaban hasta el azul del cielo.

El tañer de la campana me recuerda
los domingo en que íbamos a misa,
a mi hermano le planchaba la camisa
y después brincábamos la cuerda.

El aroma perfumado del campo,
de sus floridos y hermoso senderos,
el oloroso y blanco san Nicolás
me llenó de alegría y de gran paz.

El olor perfumado de la panadería
se esparce por las calles y graderías:
las conchas, los cuernos y los halapares
bien endulzan a todos los hogares.

Tras muchos, muchos años de ausencia
por fin regresaba a mi pueblo amado,
nadie había advertido mi presencia
y parecía que nada había cambiado.

De la vieja casa ya nada quedaba
aquella que fuera de mis juegos testigo,
en ruinas ahí en silencio se alzaba
pero mi madre ya no estaba conmigo.

Mi hogar del que había partido
entre alegría y amargo llanto,
en busca de un nuevo nido
que me cobijara con su encanto..

Al cruzar la plaza el jardín florido
y el kiosco ya no estaba ahí,
mi corazón se sintió triste, afligido
porque hace años ahí lo vi.

Una profunda emoción
a mi corazón embargaba
y una vieja canción
en la plaza se escuchaba.

¡¡¡Al fin volvía al hogar!!!
por fin regresaba a casa,
por el ya no iba a llorar
ni su ausencia me abraza.

Al fin volvía al país,
al fin volvía a mi pueblo,
ahí estaba mi raíz
ahí estaba lo que quiero
y ya nunca mas iría
a vivir al extranjero..

Inspirado en un poema del poeta 
AITOR que me encantó

SHANIA LYNNE

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