y el mar anuda al río su obstinado lamento,
mientras del pecho brota el callado tormento
muriendo en el sentido y apacible verbo.
Abandonada como el muelle al alba,
es la hora de partir sin voltear a atrás,
sin que la aurora y la bruma se despejen
navegando en el mar tranquilo y en calma.
Las corolas frías mueren tristemente
y sobre mi pecho herido por la partida
se escucha un lamento vehemente,
abriendo con la despedida honda herida.
Era la triste hora del adiós con un beso
y mi corazón de ti se sentía preso,
la canción de la despedida entonamos
diciendo por última vez que nos amamos…
SHANIA LYNNE
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