que ha de desprender el fecundo fruto,
cuando los lamentos del deseo callado
salpiquen con sus mieles el camino
abrupto.
Voces que en lamentos
vierten las entrañas
y susurran los vientos
cosas muy extrañas.
Los ojos cerrados y los labios
entreabiertos
gimen del placer antes disfrutado,
cabalgan en corceles de trotes
inciertos
y por el sudor el cuerpo
empapado.
Y la luna en la noche se siente celosa
porque el sol mucho la desea,
con febril deseo siente que la abraza
y será feliz cuando la posea.
El silencio interrumpe la respiración
cortada,
al oído un susurro y de un beso el
chasquido,
el deseo se consume en delirio
apacible
y la hoguera se consume y se hace
invisible...
SHANIA
LYNNE
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