sentada
en su vieja silla mecedora,
bajo la
sombra del huele de noche
y ahogando
su dolor en un pañuelo.
Humilde
la recuerdo a toda ella
con su
traje de lino anaranjado,
sus
manos frías entrelazadas
y rezando
a Dios con su rosario.
Yo
envejecida y en mis canas
la
observaba suspirar
por el
hijo que anda ausente
y en sus
brazos había cobijado.
Recuerdo
la melancolía en sus ojos,
con
cuanto amor me abrazaba
y con
cuanta dulzura me decía
cuanto
te quiero hija mía..
Hoy que
ya no está, que ha partido
mi
corazón está cautivo
del
inmenso dolor que lo atormenta
y que de
mi jamás, jamás se ausenta…
SHANIA
LYNNE
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